Emprender (por primera vez)
- Andres Felipe Méndez

- 7 ago
- 2 Min. de lectura
Hazlo fácil.

Si tú eres una persona que quiere emprender —o que ya está dando sus primeros pasos—, déjame decirte algo desde el corazón: te deseo lo mejor. Porque este es un camino duro. Lleno de tropiezos, errores, momentos de duda y pequeñas crisis existenciales. Pero también es un camino de crecimiento brutal. Y lo que al principio parece caos, con el tiempo se convierte en sabiduría práctica: sobre productos, servicios, procesos, dinero, impuestos, equipos, y hasta sobre ti mismo.
El emprendimiento es una profesión. Así como alguien decide ser abogado o médico, tú decidiste ser emprendedor. Y si vas a hacerlo toda la vida, cada nuevo intento será más fácil. Pero el primero… el primero tiene que ser sencillo.
Ese es mi único consejo si estás empezando: emprende fácil.
Haz lo que quieras, pero que sea simple.Vende páginas web.Vende videos animados.Haz marketing para otros.Lleva redes sociales, diseña logos, da clases, importa y revende productos.
No te preocupes por ser el más innovador ni por usar inteligencia artificial o blockchain o la última moda de Silicon Valley. Lo importante no es la tecnología, es que aprendas a emprender.
¿Sabes qué es emprender de verdad? Es aprender a facturar, a cobrar, a tributar.Es entender cómo contratar gente —y también cómo despedirla cuando toca—.Es conocer cómo piensan los clientes y cómo funciona un mercado.Es darte cuenta de que vender bien no es suerte, es estructura, estrategia y seguimiento.Es fallar con uno, dos, tres clientes… hasta que empiezas a entender qué sí funciona.
En ese camino, te vas a cruzar con industrias distintas, personas valiosas y lecciones que solo se aprenden metiendo las manos en el barro. Vas a comenzar a notar patrones: cómo piensan los compradores, cómo operan los negocios grandes, qué valoran los clientes, qué no les importa tanto. Vas a desarrollar eso que nadie te enseña: olfato empresarial.
Y eso, aunque no lo veas todavía, es oro para tus siguientes negocios.
Ojalá, mientras tanto, vayas también desarrollando habilidades duras: aprende sobre negocios, aprende a leer estados financieros, a manejar herramientas tecnológicas, a construir relaciones. Y ojalá, también, encuentres personas con las que te guste trabajar: futuros socios, aliados, cofundadores.
Porque sí, va a llegar un momento en el que este primer negocio te dé buena plata. Créeme, pasa. Pero también va a llegar el momento en que te canses de ese tipo de clientes, o de ese tipo de operación. Y ahí, gracias a todo lo que aprendiste, vas a poder decidir: ¿lo escalo con un gerente? ¿lo vendo? ¿lo cierro y me lanzo a algo más ambicioso?
Ahí es cuando comienza el segundo capítulo. Pero para llegar allá, hay que pasar por aquí.
Así que ya sabes: emprende. Pero empieza con algo simple. No por falta de ambición, sino por inteligencia. Porque emprender fácil te permite aprender todo lo difícil que implica construir una verdadera empresa.
Y cuando llegue la idea grande, vas a estar listo.



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